Noticias

El lado más íntimo de la poda

El lado más íntimo de la poda

Una de las tareas más importantes de la viticultura puede llegar a ser también un espacio de creatividad y reflexión

Por qué podamos

Llegan los días de la poda de invierno. Es una de las operaciones más importantes de la viticultura, con un objetivo fundamental: preparar las vides para que broten y crezcan sanas durante el próximo ciclo vital que empezarán en primavera. Y para que, en la próxima cosecha, den una cantidad de uva óptima y, sobre todo, de un equilibrio y de una calidad excelentes. Podar bien tiene efectos beneficiosos a largo plazo: prolonga la vida de las cepas y su buen estado, que es algo crucial para defenderse frente a enfermedades y asegurar una protección eficaz ante el riesgo creciente de sequías y olas de calor como las que sufrimos en la pasada añada. 


El sonido característico de las tijeras

Los trabajos de poda nos llevarán semanas. Durante muchos días, en nuestras viñas hoy marrones y desnudas, entre jirones de neblina, se oirá el característico sonido de las tijeras de podar. Volveremos a rememorar una vieja anécdota: cómo nuestro pueblo de origen, Elciego, en Rioja Alavesa, fue el lugar pionero de la poda moderna en España, allá por la década de 1860. Hace un tiempo contamos esta bonita historia aquí.


La relación vid-persona

La poda es una de las tareas vitícolas dónde todavía es muy estrecha la relación persona-planta. A pesar de todos los avances técnicos, como la pre-poda mecánica o la utilización muy extendida de tijeras eléctricas. Y es que para una buena poda, se requiere la experiencia que dan los años sumada a una buena dosis de concentración e, incluso, de imaginación. 

El corte de troncos y sarmientos implica pensar cómo queremos que sea la vid en el futuro; en este sentido, es una labor que mantiene claras similitudes con la escultura. Es también una labor de respeto. Para lograr ese objetivo de longevidad y armonía de la vid, el podador mezcla visión y responsabilidad. Algo tan sencillo como un corte es todo un acto comprometido con la vida de la viña.


Un espacio de reflexión y creatividad

Quizá por ello, para muchos viticultores la poda es un espacio íntimo de conocimiento y conciencia. Al focalizar la atención en un proceso tan concreto y orgánico, surge la posibilidad de reconexión entre cuerpo, mente y entorno. La aparente monotonía del acto de podar salta a una dimensión meditativa y creativa. 

Las horas dedicadas a la poda pueden llegar a ser particularmente fecundas para la reflexión. Pensar en cómo fue la pasada añada, visualizar la próxima, planificar, soñar y dejarse llevar al ritmo de un alegre y respetuoso "clac-clac".