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Un gran racimo te da la bienvenida

Conde de los andes racimo

Primeros pasos en la bodega de Conde de los Andes, en el pueblo de Ollauri. Guiados por nuestros expertos, el pequeño grupo de enoturistas desciende por la escalera de piedra hacia la sala de barricas. El ambiente es tenue y acogedor, en el aire se percibe el típico olor de bodega, profundo y agradable. Esta amplia estancia protege los niveles inferiores, donde está el gran tesoro de nuestra casa: un extenso entramado de antiguas galerías subterráneas único en el mundo, los famosos Calados de Conde de los Andes.

La sorpresa del gran racimo

Al dejar atrás las barricas y doblar un recodo para pasar al siguiente espacio, los visitantes se llevan la primera gran sorpresa del día: como si fuera un gran cuadro, un enorme racimo de uvas tintas cuelga de una de las paredes. La visión es magnética, el tamaño del racimo llama la atención tanto como su "truco": está confeccionado a partir de tapas redondas de viejas barricas, reaprovechadas para simular con todas ellas granos de uva tinta. El conjunto forma una pieza de cuatro metros por dos. Es impactante.

El gran racimo de Conde de los Andes fue instalado en 2017. Es obra de un taller de herrería de Haro, Talleres Clavel. Con gran visión consiguieron dar una escala perfecta a esta instalación. Pero lo que llama más la atención son las diferentes tonalidades de rojo que tienen las más de 30 tapas-uvas que componen el racimo. Algunas son granate, otras tienden a un marrón oscuro y unas pocas, al rosa pálido. Los vinos que una vez, hace años, contuvieron, dejaron sobre su superficie una huella particular, muy auténtica.

Racimo en la bodega Conde de los Andes

Las uvas brillan

Eso no es todo. Además de su atractivo color vinoso, la superficie de las tapas-uvas mantiene un brillo singular: el rastro de los famosos tartratos, pequeños cristales de sal resultado de la precipitación del ácido tartárico. Este tipo de ácido orgánico natural procede de la uva y se forma durante el proceso de maduración. Aporta al vino características de fruta madura y sabores agradables, las conocidas notas "vinosas". Por efecto del frío, el ácido tartárico se convierte en tartratos. Los vemos en forma de posos en algunas botellas o bien como cristalitos secos pegados a la superficie interior de las barricas. Es el caso de las tapas de nuestro gran racimo.

Un detalle adicional

En la pared frente al racimo, cuelga un cartel que suscita las exclamaciones de nuestros visitantes: reproduce una antigua etiqueta de vino de 'Bodegas Ollauri' y recuerda que la marca fue premiada con una medalla de oro en el concurso de Burdeos de 1895. Para el público más winelover, una curiosidad adicional: la letra pequeña de esta etiqueta indica que el grado alcohólico de ese vino tinto de segundo año ¡era sólo 11º! Cosas de la época.

La visita sigue, y el grupo deja atrás racimo y cartel para adentrarse en las profundidades de los Calados. Pero ese es otro capítulo.